Cómo cuidar la salud mental: reconciliación con el pasado difícil
Cómo cuidar la salud mental: reconciliación con el pasado difícil
Vivir con la idea de que "todo es mi culpa" desde la infancia es algo muy pesado y doloroso. Especialmente, cuando uno no recibe consuelo en la relación con los padres o tiene experiencias en las que siempre se asume la responsabilidad, la curación de estas heridas puede ser un proceso largo y difícil. Estas experiencias pueden afectar profundamente nuestra salud mental, a veces de una manera tan profunda que no somos conscientes de su impacto en nuestra vida cotidiana.
Sin embargo, sanar las heridas del corazón y mantener una mente sana es algo posible. En este artículo, exploraremos cómo reconciliarnos con nuestro pasado doloroso y cuidar de nuestro yo actual.
1. Comenzar por reconocer tus emociones
Si creciste asumiendo la culpa, es posible que sigas pensando: "¿Fui yo quien causó el problema?". Sin embargo, todos somos humanos, cometemos errores, y esos errores no significan necesariamente que seamos malas personas. Reconocer lo que sentimos es el primer paso hacia la salud mental.
"El dolor que siento es legítimo."
Aceptar esta idea ya es un gran avance. No ignores ni reprimas tus emociones, sino reconócelas y exprésalas. Por ejemplo, escribir en un diario o hablar con alguien de confianza puede ser de gran ayuda para liberar lo que llevas dentro.
2. Reconciliarse con el dolor del pasado
Las heridas de la infancia pueden afectar profundamente nuestra mente incluso en la adultez. Especialmente si las heridas provienen de la relación con los padres, pueden convertirse en una fuente de dolor continuo. En estos casos, puede surgir el pensamiento: "Mi madre me hizo esto, por lo que también me desprecio a mí misma". Sin embargo, lo importante es entender que no podemos seguir viviendo con esas heridas del pasado.
Cómo reconciliarse con el pasado:
-
Expresar las emociones: Escribir sobre el dolor o hablar de él con alguien puede ser una gran ayuda para sanar. Es crucial liberar esos sentimientos que tenemos guardados.
-
Dejar ir el pasado: Sea como fuere que tus padres te trataron, ellos hicieron lo mejor que pudieron en ese momento. Reconocer que hicieron lo mejor que pudieron en su contexto puede ayudarnos a liberar esas viejas heridas. Ya es hora de dejar ir el dolor y, en su lugar, enfocarnos en darnos más amor en el presente.
3. Buscar ayuda profesional también es importante
Si las heridas de la infancia son tan profundas que te resulta difícil sanarlas por ti mismo, buscar la ayuda de un profesional puede ser una elección muy importante. La terapia psicológica o psiquiátrica puede ayudarte a procesar tus emociones de manera saludable. A través de la terapia, puedes aprender a organizar tus sentimientos y mirar las situaciones desde una nueva perspectiva.
Muchas personas temen o se sienten avergonzadas de recibir ayuda profesional, pero la ayuda de un experto puede ser muy valiosa para sanar las heridas emocionales. Además, recordar que cuidar nuestra salud mental es tan importante como cuidar nuestra salud física.
4. Ser amable contigo mismo
Tener una actitud excesivamente crítica hacia uno mismo puede disminuir la autoestima y, a la larga, afectar nuestra salud mental. Aunque los comentarios negativos de los padres puedan resonar dentro de nosotros, es necesario empezar a tratar de ser más comprensivos y respetuosos con nosotros mismos.
Cómo cuidar de ti mismo:
-
Elogiar los pequeños logros: Aunque sea algo pequeño, elogia lo que hayas logrado. Por ejemplo, el hecho de haber terminado el día con éxito, haber resuelto una dificultad o haber comido saludablemente son motivos suficientes para felicitarte.
-
Decirte palabras amables: Haz un esfuerzo por hablarte con dulzura y cariño. Frases como "Lo estás haciendo bien", "Está bien, estás mejorando poco a poco" pueden proporcionarte un gran consuelo y estabilidad emocional.
5. Entender que el cambio lleva tiempo
Sanar las heridas del pasado puede llevar tiempo. Pero lo más importante es seguir avanzando poco a poco, cuidándote en el proceso y haciendo cambios pequeños pero significativos. En lugar de preocuparnos por cuándo mejoraremos, debemos creer que cada pequeño esfuerzo que hacemos hoy contribuirá a un cambio importante con el tiempo. La paciencia y la constancia son esenciales en este proceso.
Conclusión
La salud mental es un aspecto crucial en nuestras vidas. Especialmente cuando las heridas de la infancia continúan influyendo en nuestra vida adulta, el proceso de sanar esas heridas es esencial. Reconocer nuestras emociones, reconciliarnos con el pasado, buscar ayuda profesional y practicar la amabilidad hacia nosotros mismos son solo algunos de los caminos hacia la curación.
Lo más importante es no temer al cambio y ser paciente, mientras nos tratamos con amabilidad. Cuidar de nuestra salud mental puede ser un desafío, pero es a través de ese proceso que nos encontraremos con una versión más sana y fuerte de nosotros mismos.
Recuerda, cada vez que te enfrentes a las dificultades, apóyate en ti mismo y da pequeños pasos para aligerar el peso en tu corazón, avanzando siempre hacia un mañana más saludable.
Comentarios